domingo, 1 de abril de 2012

AS

Sugerida por... Jaime H.
1. Carta que en la numeración de cada palo de la baraja de naipes lleva el número uno.
2. Punto único señalado en una de las seis caras del dado.
3. Persona que sobresale de manera notable en un ejercicio o profesión.
4. Primitiva moneda romana de doce onzas.

Venga, sed sinceros... ¿cuántas acepciones os sabíais de nuestra palabra del día?, probablemente alguno de vosotros incluso las cuatro de esta voz de dos letras moradora habitual de artículos y crucigramas... ;-)

"As", del latín as, assis es una palabra que designa al número 1... bien sea en un palo de la baraja de naipes, en un dado o en un campo en el que sobresale una persona por encima del resto (es un as de la conducción).

Además, nuestra protagonista de hoy da nombre a una primitiva moneda romana fundida en bronce y de peso variable hasta que se le fijó el de una libra; posteriormente acuñada y aminorada en peso, pero conservando su valor de doce onzas.

¡Hasta el próximo triunfo! :)
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2 comentarios:

Tamara dijo...

°°°°°°°°°°°°|\NAVEGUE
°°°°°°°°°°°°|_\ HASTA ACA
°°°°°°°°°°°°|__\ SOLO PARA DEJAR
°°°°°°°°°°°°|___\UNA FIRMITA
°°°°°°°°°°°°|____\°°°° DE CARIÑO!!!
°°°°°°°°°°°°|_____\°°°°°° °°°°°°°°°
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Anónimo dijo...

Qué lindo Tamara, les regalo un cuentito..SENTADA EN AGUA TIBIA ME DORMÍ. MIS PIENAS APOYADAS EN EL BARRO, LA ESPALDA SOBRE EL BARCO PESQUERO AZUL Y ROJO. Allí pasé toda la noche bajo las estrellas que reflejan sus luces sobre la laguna. Al despertar estaba con una sensación muy agradable, como si el aire me hubiese pintado desnuda, apenas cubierta por gasas rosadas, celestes, carmín y verde.
En sus ojos me posé largo tiempo mientras el pincel rodaba mis caderas y hombros. Una pluma en mi mano derecha señalaba el arco del amanecer. De pronto, me deslicé hacia el cielo y las gasas se desprendieron de mí mostrando los bordes redondeados de mi cuerpo. La libertad sostenida por la gravedad del aire me devolvió una imagen de plenitud. Liviana y firme transité el espacio y el tiempo infinito. Desperté sonriendo, giré hacia la escalera, tardé varios minutos antes de encontrar un sitio dónde hacer pie. Me soñaste para que viviera un instante, antes de caer en el famoso cuadro del viejo pesquero que colgué en el muro de mi habitación.
No creí en meses que fuera yo, buscaba en todas las mujeres un parecido a aquella imagen, pero sólo volvía a mí. Finalmente, rendida por su hermosura, empecé a amarla como si ese amor me permitiera verte a través de sus líneas y colores, y en tu lienzo, reconocer mi existencia.

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