jueves, 1 de agosto de 2013

CÁRDENO, NA

1. De color amoratado.
2. Dicho de un toro: De pelo negro y blanco.
3. Dicho del agua: De color opalino.

Cárdeno es un adjetivo proveniente del latín cardĭnus, de cardŭus, "cardo", por el color de las flores de esta planta...

Benito Pérez Galdós (1843-1920, novelista español) la emplea en su novela Misericordia, que nos sumerge en los estratos más bajos del Madrid de entonces, en contraste con la gente acomodada pero venida a menos:

"...Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de cierta gracia interesante que, manoseada ya por la vejez, era una gracia borrosa y apenas perceptible. Más de la mitad de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y obscuros, apenas tenían el ribete rojo que imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera, y aún conservaban hábitos de aseo. Usaba una venda negra bien ceñida en la frente; sobre ella pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las otras ancianas. Con este pergenio y la expresión sentimental y dulce de su rostro, todavía bien compuesto de líneas, parecía una Santa Rita de Casia que andaba por el mundo en penitencia. Faltábanle sólo el crucifijo y la llaga en la frente, si bien podría creerse que hacía las veces de esta el lobanillo del tamaño de un garbanzo, redondo, cárdeno, situado como a media pulgada más arriba del entrecejo..."

Hoy nos despedimos con un fragmento del intenso poema La agonía del crepúsculo, de la poetisa colombiana Laura Victoria:

"...Cógeme entre tus brazos, me sofoca
este olor excitante de espinos florecidos,
me acobarda esta brisa cargada de frescura,
que a veces peina mis cabellos claros
o juega como un niño entre mi falda.
Mira cómo se adormece el paisaje,
y en el temblor azul de los espacios
languidece la llama.
Mientras mis manos buscan tus rodillas,
mi espíritu se aparta.

Es la hora del fuego.
Olor de plenitudes,
fosforecer del agua.
Sofocación de alientos ignorados,
dedos suaves de brisa,
fugaz dulzor de cárdenas granadas.

Mañana no...Aquí bajo el crepúsculo,
ebria de plenitudes,
fresca como la carne de las frutas,
flexible como el vértigo del agua,
con los ojos azules de quimeras
y los brazos ligeros como alas..."

¡Hasta el próximo vuelo en pos del azul infinito! ;-)

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1 comentario:

Luna Muda dijo...

¡Precioso blog!. Gracias por su ayuda en el incremento del léxico de las personas. ¿No tienen cuenta en facebook?

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