1. Hombre de mala traza.
2. Hombre de poco valor.
Monicaco es un curioso término que se emplea por lo general de forma despectiva; proviene del cruce de "monigote" -persona ignorante y ruda, de ninguna representación ni valer- y "macaco" -cuadrumano muy parecido a la mona, pero más pequeño que ella, con cola y el hocico saliente y aplastado- :)
Un monicaco, así pues, es una persona sin carácter, que se deja manejar por todos, ignorante, mediocre sin posición social o económica: todo un pelele, pelagatos o pelanas cualquiera...
En ocasiones esta voz también puede emplearse de forma cariñosa para referirse a niños pequeños, como nos muestra Francisco Ayala García-Duarte (1906-2009) en su relato El prodigio, perteneciente a una serie de relatos titulados El jardín de las malicias...
“…El arquitecto, que había echado un par de miradas rápidas por encima del hombro a su interlocutor, la interrumpió preguntando en voz alta: “Eh tu ¿de que te ríes tanto, monicaco?” El monicaco interpelado era Fénix, quien, mientras los mayores hablaban, se había puesto a revolver unos legajos que estaban sobre un banco. “¿De que te ríes, di?” repitió el arquitecto.
“Es que estos cálculos están equivocados, señor”, le respondió el mocosito. Ahora le tocó la vez de reírse al arquitecto. Pero ¿qué dice el mono sabio?”, exclamó con jovialidad inesperada…”
¡Hasta la próxima palabra!
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2. Hombre de poco valor.
Monicaco es un curioso término que se emplea por lo general de forma despectiva; proviene del cruce de "monigote" -persona ignorante y ruda, de ninguna representación ni valer- y "macaco" -cuadrumano muy parecido a la mona, pero más pequeño que ella, con cola y el hocico saliente y aplastado- :)
Un monicaco, así pues, es una persona sin carácter, que se deja manejar por todos, ignorante, mediocre sin posición social o económica: todo un pelele, pelagatos o pelanas cualquiera...
En ocasiones esta voz también puede emplearse de forma cariñosa para referirse a niños pequeños, como nos muestra Francisco Ayala García-Duarte (1906-2009) en su relato El prodigio, perteneciente a una serie de relatos titulados El jardín de las malicias...
“…El arquitecto, que había echado un par de miradas rápidas por encima del hombro a su interlocutor, la interrumpió preguntando en voz alta: “Eh tu ¿de que te ríes tanto, monicaco?” El monicaco interpelado era Fénix, quien, mientras los mayores hablaban, se había puesto a revolver unos legajos que estaban sobre un banco. “¿De que te ríes, di?” repitió el arquitecto.
“Es que estos cálculos están equivocados, señor”, le respondió el mocosito. Ahora le tocó la vez de reírse al arquitecto. Pero ¿qué dice el mono sabio?”, exclamó con jovialidad inesperada…”
¡Hasta la próxima palabra!
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