2. Acobardarse
Alebrarse viene del signo "a" -proposición universal afirmativa- y la palabra "conejo"...
...Hmmm... no, espera, alebrarse lógicamente viene del signo "a" y la palabra "liebre" -¡ejem!, lamentamos esta lamentable confusión de lagomorfo; ¡ésta es la buena!-
Alebrarse se usa con distintos significados dependiendo de la zona geográfica: en España se usa generalmente como acobardarse excepto en Cantabria que significa estar alerta -es que los cántabros no se acobardan ante nada-, igual que en Guatemala. En Cuba y Honduras, sin embargo, significa alborotarse y en El Salvador, curiosamente, alegrarse.
En cualquier caso, si elegimos la definición más visual, alebrarse es también echarse al suelo como las liebres, con las patas para adelante...
Rafael Torres ilustra perfectamente el significado de la palabra en un artículo publicado en El Mundo: La Mística del Búnker.
Los búnkeres de Hitler y Somoza, que eran como ciudades enterradas llenas de teléfonos, tesoros y malas vibraciones, no consiguieron protegerles del enemigo peor, o sea, de sí mismos, pero su construcción chupó el presupuesto de cientos de colegios, bibliotecas y hospitales. Esa pasión del poderoso por alebrarse en tierra, por salvarse de la ira popular o del holocausto atómico, sólo ha podido favorecer, ciertamente, a los contratistas, a los fabricantes de hormigón y de cemento armado, pues la huida efectiva hacia el centro de la tierra sólo le está autorizada a los muertos, que todos acaban, salvo los que arden en piras, en un búnker.
...Hmmm... no, espera, alebrarse lógicamente viene del signo "a" y la palabra "liebre" -¡ejem!, lamentamos esta lamentable confusión de lagomorfo; ¡ésta es la buena!-
Alebrarse se usa con distintos significados dependiendo de la zona geográfica: en España se usa generalmente como acobardarse excepto en Cantabria que significa estar alerta -es que los cántabros no se acobardan ante nada-, igual que en Guatemala. En Cuba y Honduras, sin embargo, significa alborotarse y en El Salvador, curiosamente, alegrarse.
En cualquier caso, si elegimos la definición más visual, alebrarse es también echarse al suelo como las liebres, con las patas para adelante...
Rafael Torres ilustra perfectamente el significado de la palabra en un artículo publicado en El Mundo: La Mística del Búnker.
Los búnkeres de Hitler y Somoza, que eran como ciudades enterradas llenas de teléfonos, tesoros y malas vibraciones, no consiguieron protegerles del enemigo peor, o sea, de sí mismos, pero su construcción chupó el presupuesto de cientos de colegios, bibliotecas y hospitales. Esa pasión del poderoso por alebrarse en tierra, por salvarse de la ira popular o del holocausto atómico, sólo ha podido favorecer, ciertamente, a los contratistas, a los fabricantes de hormigón y de cemento armado, pues la huida efectiva hacia el centro de la tierra sólo le está autorizada a los muertos, que todos acaban, salvo los que arden en piras, en un búnker.
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