Persona que tiene un oficio mecánico.
La palabra menestral, proviene del latín ministeriālis, que se puede traducir como: empleado, dependiente o persona que sirve a otra. Actualmente se denomina de esta forma al trabajador manual retribuido o a la persona que ejerce un oficio mecánico, como obrero u operario...
Como ejemplo de uso hoy os traemos hasta nuestro rincón la obra del filósofo, lexicógrafo y político español Roque Barcia Martí (1821-1885). Más concretamente un fragmeno de su obra La verdad y la burla social:
“…¿Le estaría de más al menestral esa dote del propio trabajo para mejorar su condición doméstica y política? ¿Para vivir como persona en la familia y como hombre en la asociación? ¿le estaría de más aquella suma para la educación y porvenir de sus hijos?...”
Y encontramos otra jugosa muestra en La colmena, obra del autor Camilo José Cela Trulock (1916-2002) escritor español:
“…A don Roberto, las palabras del panadero le llegan al alma. Si el panadero prodigase sus frases amables, don Roberto le llevaría las cuentas gratis. El señor Ramón anda por los cincuenta o cincuenta y dos años y es un hombre fornido, bigotudo, colorado, un hombre sano, por fuera y por dentro, que lleva una vida honesta de viejo menestral, levantándose al alba, bebiendo vino tinto y tirando pellizcos en el lomo a las criadas de servir. Cuando llego a Madrid, a principios de siglo, traía las botas al hombro para no estropearlas…”
¡Hasta el próximo trabajo! ;-)
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¡Hasta el próximo trabajo! ;-)
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4 comentarios:
Hola, yo ya estaba pensando en algo relacionado con la menestra. ¡No señor, me equivoqué!
Un abrazo.
Saludos, en esta décima me he permitido ampliar el significado de "menestral"...
No crean que “menestral”
es quien consume menestras,
es el hombre que da muestras
de su trabajo manual.
Se le dice por igual
“obrero” y “operario”
y es un anónimo diario
que solo salta a la fama
cuando en la calle reclama
un aumento de salario.
¡Muy bueno!... ingenioso como nunca, gracias por compartir tu don, Luis ;-)
Mauricio Babilonia, el de las mariposas amarillas, el que fue capaz de conmover el corazón de una de la Remedios de la novela, tenía una inconfundible apariencia de menestral:
"...pero tenía una dignidad y un dominio que lo ponían a salvo de la humillación, y una prestancia legítima que solo fracasaba en las manos percudidas y las uñas astilladas por el trabajo rudo. A Fernanda, sin embargo, le bastó el verlo una vez para intuir su condición de menestral..."
Cien años de soledad. Gabriel García Márquez.
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