A principios de mayo de 2008 –casi año y medio después– ninguno de los niños ganadores del concurso había cobrado un euro, ni había indicios de que lo cobrara nunca. Hasta el punto de que una de las madres, harta de reclamar en las oficinas del distrito y de que nadie le hiciera caso, telefoneó al programa de radio de Jesús, contando el monipodio en plan te voy a decir una cosa, Vigorra de mi alma, escucha. A mi niño le dijeron que había ganado un premio de doscientos cuarenta euros, y hasta hoy no los ha visto ni de lejos. Y yo venga a ir al distrito a preguntar qué pasa con mi criatura, que estaba tan ilusionada, y allí te puedes imaginar. Nunca hay nadie, y si hay alguien, nunca está para recibirla a una. Y aquí estamos. Esperando.
Esas postalitas sevillanas. Arturo Pérez-Reverte.
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"Escenas dignas del patio de Monipodio" (Gregorio Marañón, introducción, "El Lazarillo de Tormes", Espasa-Calpe, Madrid, 1992, p. 15)
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