Tormento que consistía en atar al supuesto reo con ligaduras que se iban apretando por vueltas de una rueda, hasta que confesase o corriese gran peligro su vida
"...y puesta la mujer en el potro dijo: ¿Por qué no me dicen lo que quieren oír y yo se lo diré todo? (...) Y luego: ¡Quítenme de aquí, por Dios, que me rompéis el cuerpo! (...) Ahora el Inquisidor le pidió que confesara la verdad y ella contestó: No sé lo que tengo que decir, quítenme de aquí. El Inquisidor mandó dar tres vueltas de mancuerda. Entonces ella lloró gritando mucho: Ay, Dios, que me matan (...) La mujer fue amonestada a que dijera la verdad, y ella le respondió: Señor, ¿no ve que me están matando? ¿Cómo puedo decir lo que no sé? (...) El verdugo apretó más recio los garrotes (...) Ella llorando exclamó: Ay, ay, Dios mío, tened compasión de mí, que me muero..."
[El Resplandor de las Hogueras, Pedro Sanz Lallana]
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