Cabo que tiene a su cargo la distribución de suministros de determinadas unidades, así como el nombramiento del personal destinado al servicio de la tropa correspondiente.
A las cuatro y veinte de la madrugada empezaba la limpieza y el cepillado de los caballos. El furriel exigía que por lo menos se pasara cuarenta veces el cepillo por el lomo. Además había que limpiar bien las cuadras y, sobre todo, su pasillo central; retirar la basura y cambiar el forraje. Llenar los pesebres de avena, salvado y oloroso heno. El agua debía estar limpia de polvo y paja, de lo contrario los caballos se negaban a beber.
[Publicado en la revista Insignia, número 32, octubre de 2002]
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