1. Arbusto de la familia de las Oleáceas, de unos dos metros de altura, ramoso, con hojas casi persistentes, opuestas, aovadas, lisas y lustrosas.
...y 4 más...
Amigos, la palabra que hoy os traemos es un término procedente del árabe hispánico alḥínna, y este del árabe clásico ḥinnā' que despliega una interesante polisemia...
...Así, en su primera acepción da nombre a un arbusto de flores pequeñas, blancas y olorosas, en racimos terminales, y por frutos bayas negras, redondas y del tamaño de un guisante...
...Y en la segunda acepción, como suele ser habitual en este tipo de sustantivos, denomina también las flores del arbusto antes mencionado...
Curiosamente, en su tercera acepción designa al polvo amarillo o rojo a que se reducen las hojas de la alheña secadas, utilizado como tinte, especialmente para el pelo. Nuestro custodio Ylagares -quien por cierto, nos propone esta voz a propósito de nuestro artículo acerca de taheño-ña, donde ya mencionábamos la palabra de hoy- nos brinda un ejemplo para ilustrar esta definición, extraído del Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita:
"...Consejos de don Amor: Condiciones que ha de tener la mujer para ser bella...
...Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillos no teñidos de alheña..."
Por otra parte, en la cuarta acepción, nuestra palabra del día es sinónimo del azúmbar, planta perenne de la familia de las Alismatáceas, con escapo de diez a quince centímetros, hojas acorazonadas, flores blancas en umbela terminal y fruto en forma de estrella de seis puntas...
...Y en la quinta acepción, el sustantivo alheña es equivalente a la roya o tizón, hongo de pequeño tamaño que vive parásito en el trigo y otros cereales, cuyo micelio invade preferentemente los ovarios de estas plantas y forma esporangios en los que se producen millones de esporas de color negruzco...
Por último, no podemos dejar de señalar que la expresión "estar hecho una alheña" o "estar molido como una alheña" es un equivalente en desuso de la expresión "estar hecho polvo"; quebrantado por algún trabajo excesivo, cansancio, golpes... Veamos un ejemplo extraído de El Quijote:
"...—¡Mirad, cuerpo de mi padre —respondió Sancho—, qué martas cebollinas o qué copos de algodón cardado pone en las talegas, para no quedar molidos los cascos y hechos alheña los huesos! Pero aunque se llenaran de capullos de seda, sepa, señor mío, que no he de pelear: peleen nuestros amos, y allá se lo hayan, y bebamos y vivamos nosotros..."
¡Hasta el próximo artículo sudoroso desde lo más profundo de la breña! ;-)
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1 comentario:
Difícil cosa ha pedido don Arcipreste de Hita, con los tintes modernos ni nosotras recordamos de qué color es nuestro pelo.
Un abrazo.
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