1. Que se muestra de forma clara para que se haga visible a los demás.
2. Magnífico, suntuoso
2. Magnífico, suntuoso
Del Latín ostentāre.
Imaginemos por un momento el estilo de vida de una estrella de Hollywood... coches deslumbrantes, ropa de última moda, casas majestuosas ...
Imaginemos por un momento el estilo de vida de una estrella de Hollywood... coches deslumbrantes, ropa de última moda, casas majestuosas ...
Son todos ellos artículos ostentosos que conceden a sus propietarios cierto estatus cuando acuden a ceremonias, reciben visitas o se pasean por las calles de Nueva York...
El derroche, el gasto, el consumo ostentoso y desmedido parecen haberse erigido como modelo de la conducta social, fomentando así la rivalidad y la competencia, y una sed materialista que nunca acaba de saciarse...
Vicente Blasco Ibañez (1867-1928) escritor, periodista y político español, nos brinda un maravilloso ejemplo en un párrafo de Los cuatro jinetes de la Apocalipsis, obra publicada en 1916.
Se había instalado la familia en una casa ostentosa de la avenida de Víctor Hugo: veintiocho mil francos de alquiler. Doña Luisa tuvo que entrar y salir muchas veces para habituarse al imponente aspecto de los porteros: él, condecorado, vestido de negro y con patillas blancas, como un notario e comedia; ella, majestuosa, con cadena de oro sobre el pecho exuberante, y recibiendo a los inquilinos en un salón rojo y dorado.
Otro ejemplo de gran valor literario, y muestra clara de ostentación -esta vez de afecto- hecha evidente para los demás, es un fragmento de: La tía Tula de Miguel de Unamuno (1864-1936) escritor y filósofo español
Tras haberse casado, los novios, como es normal, se fueron a su casa, pero Rosa reclamaba continuamente la presencia de Gertrudis, a lo que esta replicaba que a los novios les convenía la soledad, aunque no obstante los visitaba de vez en cuando, visitas en las que Rosa le hacía las más ostentosas demostraciones de cariño mientras que su cuñado se sentía avergonzado ante su presencia.
El derroche, el gasto, el consumo ostentoso y desmedido parecen haberse erigido como modelo de la conducta social, fomentando así la rivalidad y la competencia, y una sed materialista que nunca acaba de saciarse...
Vicente Blasco Ibañez (1867-1928) escritor, periodista y político español, nos brinda un maravilloso ejemplo en un párrafo de Los cuatro jinetes de la Apocalipsis, obra publicada en 1916.
Se había instalado la familia en una casa ostentosa de la avenida de Víctor Hugo: veintiocho mil francos de alquiler. Doña Luisa tuvo que entrar y salir muchas veces para habituarse al imponente aspecto de los porteros: él, condecorado, vestido de negro y con patillas blancas, como un notario e comedia; ella, majestuosa, con cadena de oro sobre el pecho exuberante, y recibiendo a los inquilinos en un salón rojo y dorado.
Otro ejemplo de gran valor literario, y muestra clara de ostentación -esta vez de afecto- hecha evidente para los demás, es un fragmento de: La tía Tula de Miguel de Unamuno (1864-1936) escritor y filósofo español
Tras haberse casado, los novios, como es normal, se fueron a su casa, pero Rosa reclamaba continuamente la presencia de Gertrudis, a lo que esta replicaba que a los novios les convenía la soledad, aunque no obstante los visitaba de vez en cuando, visitas en las que Rosa le hacía las más ostentosas demostraciones de cariño mientras que su cuñado se sentía avergonzado ante su presencia.
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