1. Banco de piedra, yeso u otra materia, que ordinariamente se fabrica arrimado a las paredes, junto a las puertas de las casas de campo, en los zaguanes y otras partes.
2. Derecho que se abonaba a los jueces por administrar justicia.
Queridos lectores y custodios… Al fin ha llegado ese día anunciado… tal y como dijo el profeta:
“Yoverán yamaradas del cielo cual saetas de bayesta como preludio de la gran bataya”
Jajajaja, no, nos hemos vuelto locos… ;-) desafortunadamente las palabras “lloverán”, “llamaradas”, “ballesta” y “batalla” no tienen palabras homófonas sustituyendo su “ll” por la “y”… pero afortunadamente POLLO, sí que la tiene… nada menos que POYO –del latín podĭum-, la palabra que hoy nos ocupa.
Nos comenta Altafulla al proponernos esta palabra:
Leyendo la excelente prosa de Eduardo Mendoza en “El Asombroso Viaje de Pomponio Flato”, he recordado el enorme poyo de granito de la casa del pueblo donde la abuela hilaba, desplumaba pollos, expurgaba lentejas, ataba morcillas o zurcía calcetines.
“… Al pasar frente a una casa, a la puerta de la cual una hilandera sentada en un poyo devanaba la rueca, vi a través de la ventana abierta una familia entera sentada alrededor de una mesa provista de sopa y cocido, aves asadas, vino espumoso de la región y unos sabrosos dulces de almendra y miel.”
¡Gracias Altafulla!
¡Hasta la próxima palabra empollada –que no empoyada-!